Tengo algo que pedirles a ustedes, que han venido aquí en representación de los párrocos de todo el mundo: necesitamos su ayuda para seguir escuchando la voz de los párrocos con vistas a la Segunda Sesión de la Asamblea del Sínodo de los Obispos. Esta reunión ha sido muy importante, pero no es suficiente: debemos hacer más si queremos incorporar a más sacerdotes al dinamismo sinodal. Y esto no sólo puede hacerlo la Secretaría General del Sínodo y los Dicasterios de la Curia Romana que organizaron esta reunión.

Por eso les pido hoy que se conviertan en misioneros de la sinodalidad con sus hermanos párrocos, una vez que regresen a casa: animando la reflexión sobre la renovación del ministerio del párroco en clave sinodal y misionera, promoviendo momentos de conversación en el Espíritu entre los párrocos, presenciales o en línea, aprovechando algún encuentro ya organizado, u organizando uno especialmente con este fin. Y luego les pido que informen a la Secretaría del Sínodo de los frutos de estos encuentros, siguiendo las instrucciones que se les darán. Cuando vuelvan a casa, hablen de esta idea con sus obispos y con las Conferencias Episcopales, y díganles también que es una tarea que el Papa les ha encomendado.

Por mi parte, he escrito una carta a todos los párrocos del mundo para informarles de esta iniciativa y presentarles a ustedes como misioneros de la sinodalidad. Ahora la firmaré y luego se les entregará una copia a cada uno de ustedes, para que puedan distribuirla cuando regresen a casa.

Gracias por su colaboración. Les acompañaré con mis oraciones y ustedes tampoco olviden rezar por mí.                                                                              

FRANCISCO